La tempestad no amaina y la espera entristece; el viento golpea y despeja un claro cuando de pronto, una voz pregunta: ¿y no te has despedido de nadie?
Feliz o desdichado como niño sincero, que extrañado ve pasar los meses y los años hasta ver desaparecer su nombre; comprende que cuando el “terreno pisoteado” fue invadido de hambrientos y moribundos, ya avanzaba por el campo la nube que destruyendo bosques y caminos, arrancaba hasta las piedras.
Nadie pareció sorprenderse de tanto esfuerzo inútil, ni del ruido, ni de los pasos que delataban la presencia de un enemigo y………………
…………..impacientes y llenos de furia comenzaron a asestarse terribles golpes, hasta matarse los unos a los otros. ¡Que fácil es matar!
Y asi, matando para meter miedo, el frio nos lleno el pecho y “todo desapareció”
Esto se venía venir desde hace ya mucho tiempo. La violencia que “se alimenta de la muerte” fue aceptada por la gente; y en esa adaptación a su realidad anunciaba como presagio, la inevitable catástrofe que se avecinaba.
La tierra y el habitante que la ultraja, ya sabe que algún día en la mañana no habrá nadie, porque “todo el mundo estará muerto”