Siempre y Nunca (Continuación)

Nunca los inmensos y crecientes recursos han sido manejados con prudencia y sensatez. Como siempre la nación ha dependido del Estado, esto le ha dado al gobierno un poder inmenso que le permite estar por encima de instituciones y principios democráticos.

Siempre los recursos se han destinado a financiar el funcionamiento de innumerables empresas nacionales bajo la inspiración de un vago socialismo paternalista y negligente. Estas empresas siempre absorben una gran cantidad de recursos disponibles para cubrir sus constantes cuentas deficitarias, el exceso de personal y una gerencia deficiente además de recurrir, sin control ni coordinación alguna, a contraer cuantiosas deudas con quien sea al precio que sea. Nunca encaramos la realidad y nuevamente como siempre descubrimos -¿con asombro?- que encima de todo lo que se ha gastado alocadamente hay que asumir, por este concepto, una deuda de miles de millones de dólares.

Siempre están presentes los numerosos y constantes hechos de corrupción, de enriquecimiento ilícito, dentro y en torno del aparato del gobierno. Siempre se producen grandes escándalos de corrupción en los que han estado involucrados o señalados altos funcionarios, sin que hasta la fecha haya prosperado un solo caso en los tribunales, ni mucho menos sufrido la pena correspondiente alguno de los culpables porque los tribunales están sometidos a los intereses políticos y económicos y la inmensa mayoría de los ciudadanos manifiesta continuamente su desconfianza por la administración de justicia.

Siempre la inmensa mayoría es partidaria de un régimen democrático, respetuoso de las libertades y de los derechos humanos. La insatisfacción y la actitud crítica hacia el gobierno han sido provocadas por los errores v las deficiencias de la política nacional. Siempre el gobierno ha sido incapaz de organizar los servicios públicos, y nunca las escuelas, ni los hospitales, ni el servicio de agua, ni las oficinas públicas, ni el correo, ni los teléfonos, funcionan de manera medianamente aceptable. Ningún servicio público funciona de manera eficiente, la mayoría siempre ha estado abarrotada de personal y casi colapsada de manera frecuente.

Siempre la situación de las escuelas y del sistema educativo en general es deplorable y la situación infrahumana en que se encuentran las cárceles y lugares de detención debido al hacinamiento doloroso de seres humanos de todas las edades en condiciones abyectas nunca es mejorada. 

Políticamente la situación no ha sido mejor. Siempre las funciones normales de la oposición se reducen a un mínimo casi ceremonial. La hegemonía de un partido siempre aniquila a la oposición en el antiguo Congreso o en la avejentada Asamblea Nacional. Siempre se han burlado del electorado. 

Siempre el despilfarro generalizado de los gobiernos a empobrecido a la población al encargarse directamente del desarrollo económico, convirtiéndose en creador, patrón y gerente de múltiples empresas que van desde el petróleo, la electricidad y la siderurgia, hasta la ganadería, la agricultura y los hoteles. La inmensa mayoría de esas empresas, mal concebidas, mal gerenciadas y peor controladas, ha consumido estérilmente la mayor parte de los recursos del Estado en pérdidas de gestión y reposición de capital y fondos financieros, con el natural descuido de las otras atenciones fundamentales del gobierno en la salud, la educación y los servicios. Siempre hay una continua e irrefrenable tendencia al paternalismo, a la subvención, a la dádiva, a la protección excesiva de la producción, del consumo y del trabajo nacional. Nunca restructuramos el sistema democrático para que las elecciones sean efectivamente posibilidades de cambio, que la justicia, los servicios públicos, y en particular la educación, la salud y la seguridad personal, correspondan efectivamente a sus fines verdaderos y para que el inmenso gasto público pueda justificarse, razonablemente, por sus resultados positivos. 

Siempre venimos arrastrando la consecuencia de graves errores, de infortunadas improvisaciones y de alucinada devoción por vagos principios doctrinarios que poco corresponden a nuestra realidad. Nunca los recursos humanos y naturales y sus circunstancias geográficas e históricas nos han permitido alcanzar éxito en un plazo razonable. Nunca hemos sido capaces de hacer una revisión y enmienda a fondo de los errores viejos y nuevos que nos han llevado al presente estado.