Para quien escribe, es un simple hecho. Al final adquirimos la certidumbre objetiva de que se ha producido y cualquiera que haya sido la hipótesis, no dejara de serlo. Asistir, contemplar y certificar no cambian sustancialmente las cosas. Hay que saber cuándo apearse de la mentalidad y pensar en consecuencia con rigurosa objetividad. Esto es así, un puro hecho cósmico. El hecho biológico independiente del mecanismo es la cesación definitiva de las funciones. Lo irreversible se extingue. En la estructura de nuestra realidad tendemos hacia la resolución en el abismal cosmos en que hemos nacido.
El acto, como todo lo humano solo puede ser por iniciativa, por aceptación o por repulsión. No se puede edulcorar la realidad con exquisitos razonamientos sobre el trance y lo efímero, pero no es equivocado e inoportuno hablar de los que “desearían dormir para pasar inconscientes”, y los que por una razón o por otra, “quieren saber para despedirse viéndola venir”. El evento, si que será un acontecimiento histórico y social, a través de las estimaciones, de las ideas, y de las creencias dominantes en la sociedad y en el momento en que se produce. Obviamente hablamos de la muerte.