La artimaña se ubica finalmente en la coacción, en la sumisión del destino. Constantemente se muestra de forma eficiente: somete, y optimiza la catástrofe. Drama profundo y complejo imposible de resolver, cuando el nuevo esclavo se explota a sí mismo de forma voluntaria. La pobreza, esa precaria condición de incertidumbre de la que por desgracia no se sale sin crecimiento económico, se agiganta.
¿Qué es lo que reside en el pueblo? ¿Y el exceso de vida y de goce en quién? Explotar ese llanto es esclavitud, es degradación, es excesivo. Cuando entran en contradicción insuperable, la lucha es entre iguales porque ya no es posible sostener la distinción… Por todo lo que hemos pasado, deberíamos tener conciencia de que han caído a diestra y siniestra aniquiladas por el destino, otras posibilidades que igualmente podríamos haber vivido. La fatalidad selecciono una de nuestras posibles trayectorias, y parece haber eliminado a las demás…
Sin un nosotros con capacidad para una acción común, no podremos levantarnos para escapar hacia el futuro.
[…] como desnucados antes de nacer, serán siempre pobres propuestas que quedaran exangües sin ser cumplidas, como los espectros errabundos que son en nuestro modelo fracasado