Y con todo no se veía a nadie que estuviera detrás de todo esto. Todo giraba continuamente alrededor de sí mismo. Los intereses variaban de hora en hora
En ninguna parte existía ya una meta... Los directivos perdían la cabeza. Se sentían totalmente agotados, esclerotizados... En el país todos empezaron a darse cuenta de que la cosa no funcionaba... La posposición de la caída indicó un camino...
Franz Jung, La conquista de la máquina, 1921
Esta forma de contraataque ya es habitual. Que esto es un fraude, sólo responde a la mitad del problema, y es que los fraudes nunca mueren. Cualquier ciudadano serio puede observar los hechos señalando su evidente falsedad, pero resulta difícil evitar sus efectos secundarios: “Puede resultar reconfortante, comprender que el embaucador no ha conseguido engañarnos a pesar de los enormes recursos para ocultar la verdad a nuestros ojos”.
Para apreciar en toda su profundidad esta situación, debemos empezar por situarla en un contexto apropiado. La “victimización” y la intransigencia continúan posponiendo, pero no suprimiendo, la ira de la gente que es generada por las realidades de la vida cotidiana. No sobreviviremos a este enredo mientras nos domine esta maldición siniestra y terrible a la que hemos sido arrojados.
Al retener en el silencio y hasta el final circunstancias objetivas, la historia resulta continuamente interpretada por la subjetividad, que defiende hipótesis que son sospechosas de no ser válidas y que, en definitiva, indican como se está engañando…
La “piedra” no está cubierta de signos extraños. Dada la acumulación de pruebas, no hay hipótesis más verosímil que la realidad. ¿Cómo se explica la contradicción? ¿De qué hablamos, con qué perspectiva, y en nombre de quién?