sábado, 19 de marzo de 2011

Convicción o Desidia

¿Cómo hablar sobre  nuestros desengaños colectivos a pesar de la fuerza de los hechos en el recorrido a la “felicidad”  o  del retroceso de nuestra identidad colectiva e individual? ¿Cómo decir, que quien nos condena una y otra vez a no ser libres, es nuestra indiferencia?
 
¿Cómo hacer entender que  autodisciplina no es una intención, sino una forma de comportamiento ordenada, no impuesta por otros, en la que enfocamos nuestros esfuerzos  en conseguir un fin?

La esperanza empañada en esta década por la experiencia improvisada,   requiere de un  esfuerzo sostenido  por años. De acostumbrarnos  a tantos  errores,  transitamos el camino del  arreglo sin argumentos.

¿Hemos luchado desde   agosto de 1498   por la libertad para terminar siendo sometidos?  ¿Cual es el remedio de nuestros males?  ¡Que desorden!  ¡Que de sombras! Hay que desterrar a  la desesperanza que nos acosa   y ejecutar un plan maestro estricto donde no intervenga el azar,  sino el   recurso humano dispuesto y capacitado para ello. ¿Hasta cuándo vamos a estar sumergidos en un perpetuo estado de crisis?

La ignorancia habla con preocupación verdadera y con propósito de enmienda,  que tal vez tenga que ver con   nuestra cultura;  convencida de que no podemos hacerlo a menos que haya un golpe de suerte
.
Nuestros juicios de espectadores de otro planeta,  nos hacen inventar definiciones acerca de nosotros mismos;   ofensivas, alegres, de inocencia, pero con un denominador común que es la desidia. Dudamos de nuestra especie y no creemos en nosotros mismos. 

¡Que desconcierto!