
La Ética Pública es importante para definir lo que está bien y mal para la colectividad y se refiere a los criterios que debe tomar el servidor público para realizar sus funciones con miras a dar por resultado un bien a la comunidad.
Hacer colectivo, en el que la colectividad y los individuos van generando pautas de conducta y del carácter que permitan un mejor desarrollo de la convivencia y una mayor expansión de la autonomía y libertad del ser humano. (Villoría: 2000, 19).
El descuido de la ética en “lo público” a dado lugar la corrupción (la más común de las distintas actitudes negativas de los servidores públicos) y que aparece como un rasgo en distintos gobiernos y administraciones públicas al grado de que es posible afirmar que hoy en día la corrupción es un fenómeno mundial.
No hay ningún sistema de control posible ni ningún antídoto eficaz para impedir una opción individual de este tipo. En todo caso ese sistema o antídoto tendrá mucha más fuerza si es interna al individuo (principios y valores) que si es externa (códigos, leyes) (Laporta, 1997, 28).
Escándalos por actos improcedentes de algunos funcionarios ha ocasionado que los ciudadanos pierdan la confianza en sus representantes por lo que han comenzado a surgir acciones para fomentar la Ética Pública, sin embargo, los gobernantes y funcionarios aún se encuentran lejos de vivir con ética
Los gobiernos y Administraciones Públicas para ser eficientes deben contar con individuos íntegros, es aquí donde entra la ética al formar y seleccionar a los servidores públicos y reiterarles que es necesario hacer bien las tareas y actuar con responsabilidad y eficiencia.
Por el sólo hecho de hacer una acción buena o hacerla bien ya se está cumpliendo con los preceptos éticos. Sin embargo, esta premisa por sencilla que parezca, es difícil de alcanzar y no todos los que participan en el ámbito público realizan bien sus tareas, pero lo peor no es que realicen mal sus tareas o las omitan sino que obtengan ganancias adicionales mediante la corrupción.
La Ética aplicada a la función pública tiene como eje central la idea de servicio, es decir, las tareas y actividades que realizan los funcionarios públicos están orientadas al bien común. Esta ciencia del buen comportamiento en el servicio a la ciudadanía, es además un importante mecanismo de control de la arbitrariedad en el uso del poder público, un factor vital para la creación y el mantenimiento de la confianza en la administración y sus instituciones. Por lo tanto, la Ética es un factor clave para elevar la calidad de la administración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos.
La forma de evitar que se cometan actos corruptos y antiéticos en el ámbito público consiste en lograr despertar en todo servidor la supraconciencia entendida como una conciencia profunda que permita a una persona no solamente ser capaz de discernir lo que es correcto de lo que no en cada acto que realice, si no de actuar acertadamente. Es decir, no basta con que el servidor público posea conciencia respecto de lo que está bien o no si finalmente actúa de manera indebida. Más allá de comprender lo que es correcto de lo que no, está el actuar, el poder refrenarse cuando algo es indebido.
Modif Oscar Diego Bautista en:” Fortaleza Ética en gobernantes y funcionarios de la administración pública”. Barcelona 18-20/09/03