
Todos los días el pueblo reclama la atención del gobierno porque este no satisface las demandas de la comunidad, y no se dedica a trabajar en la mejora del nivel de vida de los ciudadanos. Estas demandas no se cumplen debido a “la corrupción” que impide la eficiencia en el funcionamiento y operación de las Instituciones Públicas.
Cuando la demanda social rebasa la capacidad de respuesta del gobierno, y la administración de este es lenta, ineficaz e ineficiente; surge “la corrupción que resuelve”, aunque desacredite al personal público honesto y a la imagen de las instituciones públicas, dando lugar a que la ciudadanía pierda la confianza en su gobierno.
La corrupción se materializa en cada acto que se realiza en las múltiples instancias de la Administración Pública; y en las miles de decisiones diarias que toman los servidores que laboran en las organizaciones públicas. La corrupción ha acompañado al hombre en su historia, pero es en los últimos años cuando los casos conocidos han sido inauditos
Los informes que cada año publica Transparencia Internacional (Click) evidencian que la corrupción es la principal enfermedad de los gobiernos. La conducta deshonesta del servidor público se da única y exclusivamente porque un individuo toma la decisión de realizar la acción corrupta. Esta opción, que es individual, no hay manera de controlarla y es la razón por la cual siempre existirá la corrupción.
La ambición del hombre – que hace que piense y vea oportunidades de lucrar en el lugar donde se desempeñe - ha invadido lo público y a los servidores públicos, y estos, al ser tocados por este vicio se envuelven en la corrupción y sus escándalos. El efecto más pernicioso de la corrupción en el campo de lo político –soborno cohecho, tráfico de influencias, negligencia o cualquier otra forma de acción o transacción ilegal e impropia- es el deterioro de la moral pública.
Modif Oscar Diego Bautista en:” Fortaleza Ética en gobernantes y funcionarios de la administración pública”. Barcelona 18-20/09/03