miércoles, 10 de agosto de 2011

La Sombra

 “Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio” (José de Sousa Saramago)


Aumentaba la insistencia y uno se había ido preparando Así que  en plena  mañana, cuando  la sombra dormitaba un rato, decidí escapar de ella. El interés era indispensable para intentar cometer la falta absoluta de escapar. Nuestra relación  compulsiva y mal organizada nos  hacía sacrificar los verdaderos elementos de las circunstancias.  

La sombra se había sentado con las piernas extendidas y permanecía callada, algo que agradezco, ya que solo el ruido de las chicharras rompía la monotonía y el silencio. La oportunidad se anuncio cuando una neblina que surgió de lo más profundo de atrás,  me permitió intensificar la decisión que me apartaría   finalmente del sitio.

Cuando reclino la cabeza,  cabeceando como si fuera una obligación, me apresure y me tendí en el suelo para evitar que me aspirara la luz. Fue sencillo, pues cuando alzó la cabeza para ver si estaba a su alrededor, ya yo había desaparecido.