Están cayendo los tiempos y aconteciendo el suceder esperado. La averiguación, por lo demás deliberada, no resiste la prueba de fuego. Ese desplazamiento ya es irremediable y no puede ser detenido. Fue necesario llegar, para descubrir y esclarecer las responsabilidades de ese ejercicio tan primario, que es el impune enmudecimiento de la verdad. La inadvertencia malévola y consumada, termino su tiempo,…está rota.
En aquella o en cualquier otra parte y a lo largo de los años, imprudentes y escépticos vimos en la caída la ceremonia del tiempo. El vengador toma el espacio necesario, y separando al viento del sol que nos asola, entrega al pantano sucio y maloliente, el castigo cómplice, que es un adiós constante y continuo en el infinito.
La garganta no grita ni aúlla, porque si alguna razón existe, es cuestión de honor. Somos vitales, no inermes ni entregados. Recogeremos lo que se quebrara allí, y trataremos de regresar sin aventura por el corredor de la vida, para ver la tragicómica escena de la precipitación. Va cayendo hacia atrás. Ahí va.