Habían corrido rumores para entonces, pero no hubo lo inminente y las habladurías ya nada podían hacer. A la vista de todos se desahució antes de la hora tercia y ya lejos de su tierra - más dudoso que desdichado- se perdió en la lejanía, por lo que hoy lo increpan de embustero.
Todo empezó por vez primera cuando el gentío clamaba imparcialidad y decidieron celebrar la noche conjurando demonios. Demasiado precavidos se retrasaron cerrando las puertas y por eso defendían y aseguraban que andaba por allí, pero……habiéndose llevado siempre mal, la traición se enzarzo en una diatriba que parecía no tener fin para luego sofocarle, como si los agonizados atentaran contra la dominación. Ahora los acusados se acusan lamentando que la realidad no se conmueva. No dejaran ni rastro,… pues ya se han marchitado.