Más objetivo uno, más subjetivo el otro, el primero es un hecho. El segundo ha adquirido valor y sentido a través del tiempo, así que la comparación es incomparable. Obviaremos lo moral y su multitud de consideraciones, que nada tendrán que ver con él.
En todos los sentidos, lo que se aspira es que se resuelva en forma estable y permanente el difícil problema de conciliar la libertad con la justicia y el orden, porque entre lo que era y lo que es, no hay necesidad de glosar. ¿No lo veis? Tácita o expresamente, debemos movernos hacia esta meta a pesar de ciertas trasnochadas elucubraciones, y habrá que señalar con precisión el lugar que ocupan, para establecer con suficiente fundamento su estructura interna.
El saber científico sensu strícto es un «puro saber». Que luego ese saber, quiéralo o no el que lo posee, sépalo o no lo sepa, en alguna medida modifique el mundo, es problema distinto.[i]
Los investigadores serios siempre advierten a tiempo como evitar los efectos directos de los errores, pero algo imposible es evitar sus efectos secundarios, como el grave y total colapso de las instituciones por la falta de gobiernos efectivos… Cuando el engaño va más allá de la sospecha. (La Rochefoucauld) la conciencia se convierte en campo de batalla y la complicación lucha entre sí para evitar el desenmascaramiento de la ineficacia, la corrupción y la codicia.
[i] Laín, P. (1984). Antropología Medica. Barcelona (España): Salvat.