domingo, 24 de abril de 2011

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Con la aparente sinceridad del  siglo XXI y casi al  finalizar de leer,    me incendie de alegría: ¡Se y soy!  Disfruto  la tierra,   el caminar,  el ver y el oír. Me deleito a conciencia de las cosas, de su valor;  y borracho de luz, de tema y de estilo,  me pongo a conversar como “Ursus con el lobo Homo”,  sobre la <<teoría de la teoría>>.  Con el disco duro insobornable,  inicio la acción del dialogo para revelar mi último descubrimiento, pero la  <<anemia cultural severa>> que es como  en “El Mar y la Noche” me devolvieron a mi realidad.

Decido entonces, recabar algunos datos: ¿Día de resurrección del fascismo y de la democracia morbosa? ¿Mes de angustia sin progreso? ¿Año de intuición radical? ¿Década de repetición? ¿Será este el siglo de la ruina?

Las siluetas se acostumbran a esta historia de fenomenología y ética guerrera de hormigas. Si nuestro tren fuese como los que conocí y nuestro país como en los que viví;  ya le hubiese dado 365 vueltas al año todos los años; pero es que ahora ni se ven   monjas en las calles. Veo dos lunas y no alucino, asi que, debe ser la geometría de mis ojos que decidió ver los paisajes de otra manera  ¿o será que todo tiene doble?

El otro paisaje, el espontaneo, tiene la fuerza de la tierra para mantener al hombre;  y donde a pesar de la diversidad de maneras de pensar,  está el <<verdadero corazón herido de la soberanía>> El productor agropecuario es y será siempre el que labre el camino de la prosperidad.

Me gusta el ruralismo, donde aun se usa la bicicleta y el pie,  y el caballo y el burro. Me gusta su cultura, sea de llano, de montaña o de costa.  La vida primaria e indiferenciada es perdurable a diferencia de la jungla urbana,  donde equivocadamente muchos sueñan vivir. El ruralismo permanece y también progresa  a su manera.  Los deseos son ascendentes, no existen mitos en los sentimientos. Si aprendes la psicología de la cascabel,  no te emponzoña,  y esa cierta vida infantil e inocente te hace  casi inmune al fracaso.

De la filosofía urbana a la rural, hay <<cuevas de murciélagos>> y cuentos negros sin enseñanza. Por eso todo es dramático y apacible como la historia y la geografía. Sin amor o desdén a la vida, cada quien con su destino. Es como un viaje de lluvia y calor con sombras mágicas de playas y montañas  ideales.  Olvidas las rebeldía, la excentricidad y comienzas a vivir e interpretar el paisaje, lo grande, el esfuerzo puro, el coraje y la melancolía. Así de profundo y silencioso es el campo, lo rural,  que deja sus huellas en la escritura de la vida.

lcrhca