
El destructor es un patán sin sentimientos. Escogidos por personas que no van a tener que trabajar a sus órdenes, son personas autoritarias y agresivas. Egocéntricos en extremo, solo ven el mundo desde sus propias posiciones. No tienen la más mínima consideración por los demás y les resulta muy fácil aprovecharse de ellos. “Son por estereotipo vulgares y sus acciones los identifican” Todo un mundo de “jalabolas” que lo rodea va a tratar de presentar una opción que le agrade. Pero después de mucho trabajar, el resultado se le presentara solo para enfrentar su desprecio, porque en su opinión, lo que ya existe u otra cosa, es lo más adecuado.
El destructor no se da cuenta –o no le importa- el trastorno que causa. Cuando sus subordinados expresan su preocupación o sus sentimientos heridos, les advierte que son débiles o inflexibles o que no comprenden, y que solo los fuertes sobreviven. Difíciles de entender por lo ilógicos y cambiables que suelen ser, los destructores se ocultan en el matorral el tiempo suficiente para adquirir el control, y después destruir todo lo que haya a su alrededor. Los destructores son capaces y astutos. Parecen razonables, eficientes y cuidadosos pero a la primera de cambio destrozan a las personas solo por hacer algo. Tienen explicaciones para todo y después de descubiertos lo que queda es deshacerse de ellos con votos, mas nada.
“Lo que si hacen, es que gastan mucho dinero y energía en obtener resultados deficientes”
(Modif de “La personalidad del liderazgo”/ Los Principios Absolutos del Liderazgo/Philip Crosby, 1996.