domingo, 30 de octubre de 2011

La flor jamás ve la raíz

La naturaleza de la representación, susceptible al cambio, hace posible el alcance de ésta. Los extremos se deben evitar, porque cada uno de ellos ignora al otro. Uno considera todo como imposible, ignorando la realidad, que la hace posible. El otro considera todo como posible, ignorando el hecho de que lo imposible anima el logro. 
Son inseparables e indivisibles. Cuando tratas de explicarlo, ignorando la vida, encuentras problemas imposibles de resolver. Los muros impenetrables se pueden fran­quear. La última palabra está en la conciencia y su libertad, que es derecho inalienable.