Cuando el cruce se adentra en el terreno, las paredes se hacen habitadas. De tal manera, que la decrepitud se hace más arrugada cuando la impresión frente al enigma es destruida. Si puedes hacer un alto por encima de los extraños círculos, veras que donde el camino inicia el descenso, los barrancos se atraviesan instintivamente. Adquieren una extraña forma, haciéndose invisibles a medida que van acercándose a las piedras.
Seguir adelante a pesar de tan ruinoso estado y de esa sensación de hedor, de descomposición, es posible. Llegar en los tiempos que corren exige inteligencia. Nadie puede decir que ocurrirá:
Es que uno, como cualquier otro, está lejos. Lo que parecen solo advertencias, son entre contrapuestos, los miedos que se cortocircuitan... ya lo sabemos. Esto, no invalida, por el contrario, apunta el camino. No funciona solo, sino que exige empuje: es solo para los que quieren y para quienes sueñan.
Saber: la idea es la única que puede crear y acreditar su eficacia. Cuando no hay posibilidad, suele llenarse con papel ese rumor que no hace falta.