En la representación de una tragedia, lo trágico no es el escenario sino la obra, y como el crítico que contempla la obra en sí, llama la atención el cómo se interrumpe con frecuencia y bruscamente la continuidad de la vida diaria para convertirse en una señal incomprensible: lo extraordinario no es que nos hayamos provocado esta situación nosotros mismos, sino que no hayamos visto como lo hemos estado haciendo; porque la vida se construye a partir de nuestra participación en ella.
Estamos atrapados entre la realidad predominante de la ignorancia y la desidia de nuestro entorno, y hasta que no la modifiquemos, nuestras circunstancias cotidianas se limitaran al pequeño mundo que está en nosotros ¿Qué estamos esperando? Vivimos bajo amenaza, estamos advertidos de los peligros en que incurrimos si seguimos actuando asi, porque para que algo se instaure tiene que haber quien lo acepte. Por eso es que hay que ir más allá, con el fin de extender la influencia de la inteligencia. No es posible progresar sin que haya conocimiento trabajando en silencio
Generamos nuestras propias limitaciones, y las barreras más negativas son las que crea ese otro silencio…