Esa forma de "actuación paradójica basada en la fortaleza del débil" para "conquistar el poder mediante la ambigüedad y el chantaje" nos mantiene en un estado deplorable, y con un pesado fardo de desdichas y miserias que debemos soportar como resultado de nuestra estupidez.
Al considerar la prolongada historia del problema, y la necesidad ubicua de una solución; resulta sorprendente que no hayamos podido lograr enfrentar a la misma, pues la estrategia de "desconocer los grandes problemas, culpando a otros de su responsabilidad", esta mas que clara: fragmentar, dispersar, y conducir a una falta de sosiego que ha terminado por desembocar en la irracionalidad. De ahí, tanta incertidumbre, tanto ostracismo…
Cualquiera puede percibir esta realidad automoviente, que no es un fantasma invisible, que no deja de cambiar cuando se mueve de manera inexorable; y que siempre itinerante, nos obliga a elegir la meta y el camino de su progresión.