«Dios no ha creado nada que odie más que este mundo y tanto lo odia que desde el día en que lo creó no ha vuelto a mirarlo.» (E.M. Cioran)
No sé quién fue el desemejante, pero es imposible que se encuentre aún sin estragos. Los fragmentos truncados continúan aprovechándose como intrusos inoportunos, logrando con ello, que cada vez que el futuro parece concebible, los arrebatos de embriaguez lo liquiden. El problema no es la violencia sino la sordera selectiva, gracias a la cual ya no tenemos nada en común con los demás países salvo por el hecho de ser un país dependiente. “Hasta que la muerte nos separe”, parece ser el lema de los trogloditas que no renuncian al dolo descarado...
[…] mientras que los extenuados por la necesidad, sin fuerzas e insatisfechos, regresan con las manos vacías reprochándose por no haber reaccionado a tiempo. Cuando otorgas esos privilegios a beneficiarios exclusivos, ellos te borran de su memoria. Al ignorar lo esencial, cedes el derecho a cambio de nada, para que incumplan en tu nombre.
Sobrevivir a la destrucción será penoso, porque siendo razonables: nadie podrá arreglar esto en poco tiempo. Menguados, idiotizados... -¿Pero cómo hemos podido caer tan bajo? Hoy todo parece miserable, creemos que la renuncia es la única variedad de acción no envilecedora. Parece mentira que antes jóvenes o viejos, hacían proyectos. Ahora hemos dejado de hacerlos…
¡Qué juicio sobre lo que parece nunca ha existido!