Exacerbado el desequilibrio, ya no discerniremos. Rebasar el límite es el punto preciso que ejecutara el choque: un encuentro ruinoso para todos. Siempre que se llega a la violencia, esta se regresa enfurecida a castigar el origen…
De tanta inexactitud y simulación deambulamos perdidos en el mundo de los bobos y engañados: ¡Sal a la calle! ¡Desenmascárate! Límpiate el ojo arrinconado en la apariencia, y resiste a la desdicha para que no se haga costumbre. Quien esquiva puede en un principio asegurar mejor sus oportunidades de supervivencia que el confrontador. El más inteligente cede. Sin embargo, en algún momento se alcanza un punto en el que resistir es más inteligente que huir.
¿Desertaras mientras duermes? No hay salida. Nos hundimos subyugados y acosados sin inquietarnos. ¡Que decadencia la nuestra! El fin de lo insensato es el comienzo de la guerra… la guerra de los cobardes, que prefieren serlo antes que estar toda la vida muertos…